Dichos acontecimientos se pueden encontrar grabados con fuego sacado del mismo hades en las capas mas profundas de la corteza terrestre, en un lenguaje eternamente olvidado y nunca antes pronunciado.
Llegue a tal conocimiento una tormentosa noche de julio, ya que aventurándome una semana atrás a recorrer santiago en bicicleta durante una ligera lluvia caí en cama con una altísima fiebre.
Encontrándome sumido en los delirios febriles de los cuales fui preso con extrema gravedad mi mente atormentada por las altas temperaturas decidió abandonar mis carnes atolondradas y doloridas. Arriesgada decisión.
Liberada de sus ataduras mortales, mi mente vagó sin rumbo entre dimensiones y tiempos olvidados hasta que una poderosa fuerza desconocida la asió a un punto determinado.
Si bien mi mente estaba liberada de mi cuerpo, mi conciencia no lo estaba de mi mente. En cada giro inter dimensional que mi mente daba guiada por esta fuerza impalpable sentía que un poco de mi cordura quedaba atrás.
Finalmente arribé al centro de empuje y comencé a distinguir mis alrededores.
Estaba de pié, en nada más que una roca que flotaba en un vació purpúreo, un olor acre lo embargaba todo.
Frente a mí se desplegaba un paisaje de una tonalidad café, un tanto amarillenta. Lo percibía distante y a la vez cerca, como si tal horizonte estuviera al alcance de mi mano pero a centenares de años luz de distancia.
Al adaptarse mi percepción del lugar, noté unas irregularidades en el horizonte distante. Parecía que tuviera rasgones en varios lugares y relieve en otras.
Estaba apunto de moverme para ver el vacío desde mi estática estancia cuando una vibración proveniente del infinito me hizo caer de bruces.
La vibración lentamente se transformó en un indescriptible sonido, como el amenazante alarido de mil bestias al unísono.
Traté de incorporarme pero me era imposible mover un solo músculo, solo mi cabeza y ojos estaban fuera de la merced de tal omnipotentes ataduras.
De improviso un tronco de dimensiones colosales se posó a un lado de mi islote flotante y aparentemente levitando le dió un pequeño toque, poco tiempo me tomó el notar con supremo horror que se trataba de un dedo. El horizonte café no era otra cosa que una bestia de un tamaño y naturaleza incomprensibles. Cerré mis ojos esperando que todo fuera un sueño, sentí que giraba y abrí los ojos nuevamente, mi islote rotaba pausadamente hasta que mi rostro quedó en la dirección que el dedo indicaba.
Frente a la bestia de tiempos ancentrales y ahora también frente a mí yacía una inscripción en fuego flotando en el vacío creado por el horizonte infinito, compuesto por símbolos ininteligibles. Rápidamente el mensaje se grabó en el rincón mas profundo y eterno de mi memoria.
Una vez absorbido en su totalidad el manuscrito profano, la bestia profirió nuevamente un soberbio alarido que me expulsó de su morada sin conocimiento.
Desperté paulatinamente mirando un techo desconocido. Pronto di cuenta que me encontraba en la unidad de cuidados intensivos de un hospital que no logro recordar, mi madre a mi lado yacía dormida, con el temple azotado por varias noches de insomnio. No osé despertarla por dos razones. La primera, piedad; la segunda, horror. Recordaba con perfecto detalle todo lo vivido en mi viaje astral a excepción de una cosa, el mensaje tallado en fuego.
Sabía que estaba inscrito en caracteres que escapaban de los creados por el hombre, pero al recordarlo podía verlo nítidamente en lengua castellana. El mensaje estaba destinado a ser entendido.
El mensaje era el siguiente.
"A mediados del tercer doceavo, cuando un tirano corrompido por los placeres malditos llegue al poder, los siete sellos se romperán, las 39 legiones demoníacas saldrán del averno anunciadas por los coros de samael y nuevamente reinará el caos. Criaturas olvidadas y negadas despertarán de su largo sueño y otorgarán al tirano los poderes de baphomet. Prepárate mortal, tienes la suerte de saber esto, mas no tendrás la suerte de ser inmune a los maleficios que invadirán tu tierra, puesto que hermano de comarca el maldito es. Imparte este mensaje, o la muerte no te será otorgada jamás."
Esto es cuanto recuerdo, salvo una cosa más.
La imagen del tirano en su pagano trono de mil tormentos.
Aquí os dejo, lo que me queda de cordura no me permite escribir mas, debo descansar, he preparado que mis horas terminen antes del día prometido. Os deseo suerte y ruego perdonen a este penoso mensajero, pues bien sé que preferirían seguir viviendo en la ignorancia antes de saber semejante destino, pero os pregunto ¿qué harían ustedes en mi lugar?
Termino este testimonio con un retrato en carboncillo hecho por un artista muy amigo mío a quien le confié mi terrible mensaje.
Que Dios se apiade de nosotros.
