martes, 6 de octubre de 2009

Trapped Between Rescatado

Bien, aprovechando el "vuelito" voy a publicar lo que ya está en el shibusen original para que empiezen las actualizaciónes desde aquí


Parte I:
Comienzos










Lo que era vivir






Es una calurosa mañana de primavera como cualquier otro día, se puede ver gente deambulando y en sus ojos se lee la pesada rutina que cumplen casi automáticamente.


El cielo como todos los días es de un color grisáceo por culpa de la contaminación pero al menos es respirable en comparación con el invierno.




Los microbuses danzan y se entrecruzan como si estuvieran tejiendo una red sobre la ciudad, sosteniendo a duras penas el sistema de transporte, todas hacinadas de gente que se dirige a sus lugares de trabajo o estudio.




En un paradero de autobuses, situado en una de las tantas comunas de esta gran ciudad, vemos a un estudiante mirando la información acerca de la locomoción que se detiene en dicha parada.




Por nombre Gabriel, estatura ligeramente alta, cuerpo curtido pero no de musculatura exuberante, cabello castaño peinado hacia un costado y casi cubriéndole el ojo izquierdo con una pequeña cicatriz en su mejilla izquierda, un bolso en su mano y una guitarra enfundada en su hombro.




“Me carga salir con la guitarra tan temprano, siempre me alega la gente que molesto y pasan chocándola, no me iría en metro pero voy atrasado… Será, tendré que tomar la D18 y bajarme en Príncipe de Gales” – Pensó el muchacho encogiéndose de hombros para sí mismo con aire resignado –




Introdujo su mano en el bolsillo derecho y sacó su pase escolar mientras pensaba “Ojalá le quede carga porque con tanto bulto no me dejan pasar”




Cuando visualizó la micro le hizo un gesto con el dedo para que se detuviera y se subió, agradecido de que a su pase le quedaran 150 pesos de carga


Tendré que cargarlo hoy – Pensó – pero lo haré al volver, total, el metro me va a salir 0




Un par de minutos y estaba en su destino, forcejeó un poco para poder salir de entre la gente de la micro, y la gente que esperaba subir desde la zona de prepago




Entre tanto forcejeo, un grupo de personas hicieron que a Gabriel se le cayera la guitarra a la calzada; una señora le profirió un grito



¡TEN MÁS CUIDADO! ¡CABRO’E MIERDA! – Gritó la anciana mientras se empujaba con una muchacha para entrar primero a la locomoción –




Señora, yo estaba bajando y usted me empujó, así que usted debió tener cuidado – Le dijo calmadamente Gabriel – “Calma Gabriel, mientras más puteado, más educado, recuerda lo que te decía tu mamá”




La anciana solo le respondió con una obscenidad con la mano por encima del hombro mientras entraba a la micro luego de vencer a la muchacha.


“Bueno, esto pasa en las ciudades grandes y apuronas” – Pensó Gabriel antes de disponerse a recuperar su instrumento




Pensaba que no llegaría a tiempo a clases, en los constantes reproches de su profesor, en el feo sonido que emitió la guitarra al chocar contra el pavimento y que posiblemente tuviera alguna parte rota y en la caldeada señora del paradero.




“A esta ciudad le falta alma” – Pensó Gabriel mientras caminaba hacia su guitarra a regañadientes y apretando los puños – “No tiene alma, solo habitantes despreocupados y sucios”




Recordando todas las veces en que le parecía que vivía rodeado de zombis, y que sus compatriotas no tenían mucho por delante, no se percató de que estaba parado ya junto a su guitarra; tampoco notó que los autos ya habían avanzado a su dirección, por lo que no se fijó en que un furgón escolar había doblado en la esquina a exceso de velocidad (seguramente para dejar a los chicos a tiempo en sus escuelas) y que el conductor estaba regañando a uno de los niños de los asientos traseros.




¡¡¡WEON CORRETE DE AHÍ!!! – Exclamó un joven desde la vereda – ¡¡¡CORRETE RÁPIDO WEON!!!




Gabriel miró en todas direcciones por curiosidad “¿A quién le estarán gritando?” pero cuando cayo en cunta que el grito era para él, ya era demasiado tarde, el furgón estaba a solo unos centímetros de su frente.




Un fuerte golpe, el sonido inconfundible de cuando un hueso se rompe seguido del cotidiano sonido de un vehículo frenando a todo lo que da.




“No puedo pararme… ¿Por qué todos me miran y nadie me ayuda a parar? Estoy bien, ¿Pueden levantarme por favor?, Oiga, señora, le pediría que no tome mi guitarra, es un objeto un tanto personal; Señor, ¿Por qué llora? Yo…” – Lo que aquél caballero dijo a continuación hizo que Gabriel sintiera, o más bien, se diera cuenta de la falta de sensaciones de su cuerpo y también que su torso estaba casi volteado al frente de su rostro –




Esta muerto… - Dijo el anciano entre sollozos – El cuello esta obviamente roto – Dijo con rabia en sus ojos, pero luego la pena regresó y añadió - El hijo de puta lo ha matado y ha salido arrancando – Al decir esto, puso sus manos sobre su cara y dejo salir el llanto


Gabriel no podía salir de su asombro, ¿Por qué se sentía aún vivo siendo que estaba… bueno… muerto?




Trataba de encontrar una explicación a esto cuando la vista se le comenzó a nublar y no podía pensar con claridad. El llanto del anciano cada vez sonaba más lejano, como si ya no lo escuchara, sino que solo lo recordara… Las imágenes volaban en su mente. Cuando aprendió a andar en bicicleta, su décimo cumpleaños, las largas charlas con sus padres, cuando nació su pequeño hermano y lo sostuvo en sus brazos con miedo de hacerle daño, cuando conoció a Sara quién era su novia desde hacia casi 4 años, cuando perdieron la virginidad en la casa de ella y en el último aniversario que tuvieron.




<<¿Te das cuenta que con los 4 años que vamos a cumplir ya es muy difícil que te libres de mi?>> Le dijo Sara hacía un par de semanas.


Se aferro a ese pensamiento, no quería dejarla sola, Sara no tenía familia salvo sus abuelos maternos y se negaba a abandonarla de esa manera tan desgarradora, tan cruda, tan irreversible.




Antes de que perdiera por completo la visión de lo que lo rodeaba le pareció que una persona había caído a su lado.



Pero no fue suficiente como para que notara que aquel individuo tambien moria, tal como el, justo a su lado.



“Sara… Se fuerte…” – Fue lo último que pensó Gabriel antes de perder por completo la sensación de conciencia que aún conservaba.





Al menos por el momento







El otro plano







“Debo apresurarme… Esto lo debe saber el concejo… No puedo dejar que me atrapen… Al cruzar estas montañas debo dirigirme al portal que está en el valle rápidamente… Vamos Rahab, tú puedes”




En un parpadeo las escarpadas montañas que conformaban la cordillera llacían a su espalda dando paso a una tierra gris y árida, como si fuera un campo de batalla abandonado hace una eternidad.




Rahab, por si no lo han notado, no es humano. El es un ángel, un arcángel para ser más precisos; miembro personal de la primera línea defensiva del reino de los cielos y uno con grandes problemas, ya que quien lo persigue es nada menos que el legionario oscuro de primer orden Samael.




Te atraparé Rahab, y cuando lo haga pasarás a ser nada más que energía, todo lo que sabes no podrá ayudar a tu señor – Dijo Samael mientras seguía a Rahab y trataba de darle alcance extendiendo una de sus potentes garras con las que planeaba triturar al ángel –




“Maldición, si me quedo a pelear con él no podré ganarle… esta muy cerca, tendré que tratar de perderlo en aquella ciudad” – Pensó Rahab, mirando unas ruinas grises y humeantes al tiempo que volaba atravesando un agujero que solía ser una ventana.



"Puedo verlo!!! Ya casi estoy allí, solo unos pocos kilómetros más y... AAAAAGGGGHHHH!!!" - En medio de aquel pensamiento se le fue arrancada toda esperanza a Rahab de la misma manera en que se le fue arrancada su ala derecha -



Un golpe en su espalda lo lanzo a gran velocidad hacia el suelo y mientras caía Samael se aferró a sus hombros y acelerando en picada le dijo:



Ya te tengo Rahab... A mi señor no le gustan los obstáculos minúsculos y mucho menos tener que lidiar con ellos el mismo cuando debe preparar algo a gran escala como lo que se aproxima... - Dijo con una grotesca sonrisa que permitía ver sus afilados colmillos y pútrida lengua - Estará feliz al saber que esta pequeña molesta a sido... Solucionada... - Y dicho esto soltó a Rahab y atravesó su pecho con ambas garras uno, dos, tres veces... Hasta que lo que alguna vez fueron las ropas del arcángel ahora era un amasijo de sangre y trapos -



Luego Samael desapareció entre llamas y cenizas



Mientras caía vertiginosamente, de sus heridas se desprendía una luz que desintegraba poco a poco su cuerpo



-No… No puedo fallar… Oh padre no… - Fueron las últimas palabras de Rahab antes de impactar contra el suelo.



Y un joven yacía junto a el, muriendo como el pero en otro mundo.




Paraíso [Parte I]






Oscuridad… No veo… Ni siquiera siento… ¿Donde estoy?

G… Gabriel… - Una lejana voz lo llamaba, como un susurro –

¡¿Quién?! – Preguntó Gabriel –

¿Gabriel? – La voz se acercaba y la oscuridad comenzaba a ser reemplazada por una cegadora luz –

¿Quién es? ¿Dónde estoy? Oye… Yo…

¡¡¡Gabriel!!! – La voz se transformó en un trueno – ¡¡¡Hijo, abre los ojos!!!

Yo… - En ese momento, un vaso de agua arrancó a Gabriel de su sueño –

Hijo, vas a llegar tarde a la universidad ¡¡¡De nuevo!!!

Era su madre pero ¿Por qué sentía todo fuera de lugar? Trataba de recordar el día anterior… Recordó un paradero, a una señora molesta y… Que murió…

No pudo pensar por mucho tiempo porque su madre, al notar que su hijo no despabilaba del todo, le lanzó otro vaso de agua a la cara.

Tu. Ducha. AHORA – Dijo mientras le quitaba la ropa de cama –

Aún confundido, Gabriel entró al baño y se examinó minuciosamente en el espejo.

Por un segundo le pareció que su reflejo era el de hombre de pelo oscuro y mirada cansada, pero por la forma en que su mañana transcurría desechó la idea y se puso bajo el chorro de la ducha.

Terminó su desayuno y se fue a esperar la micro al paradero y cuando subió a ella le pareció ver de nuevo a la persona de su reflejo, esta vez con el pelo claro, pero tampoco importaba ahora.

Aún pensaba en lo que el recordaba era el día anterior pero cada vez se le hacía más lejano y confuso como un sueño que tratas de recordar y se escapa poco a poco con el paso de las horas. Mientras trataba de recordar notó que ya se encontraba en su aula y que la clase estaba a punto de comenzar.

No sabía quién era el docente, pero lo reconoció de inmediato. Era el tipo del reflejo.

Gabriel notó que todos sus compañeros miraban al profesor con la misma curiosidad inquisitiva que el, ¿Talvez se apareció en varios espejos hoy?

No Gabriel, les causo curiosidad porque a ti te causo curiosidad – Dijo el maestro –

<< ¿Acaso me leyó la mente? >> Antes de que Gabriel pudiera decir algo el profesor dio por comenzada la clase.

La cátedra de hoy será muy especial, hoy hablaremos de religión – Una pausa y luego agregó - ¿Quiénes de los presentes son católicos?

Todos levantaron sus manos y Gabriel sintió una profunda sorpresa, no pensaba que tanta gente creyera en Dios como el.

Ya veo – Dijo el profesor – Curioso, no pensé que habría unanimidad entre personas tan diversas, ahora les pregunto ¿Cuántos de ustedes piden por otras personas al rezar?

Todas las manos se alzaron de nuevo.

¿Y por la humanidad?

Todas una vez más.

¡Maravilloso, maravilloso! – Aclamó el docente mientras aplaudía – que personas tan piadosas – Continuó aplaudiendo y luego se detuvo, mirando a Gabriel dijo – Pero ¿Cuántos de ustedes hacen algo para que lo que piden se cumpla?

Esta vez, ninguna mano se alzo…

Gabriel nunca había pensado en el asunto, siempre le enseñaron que cumplir con los designios de la iglesia, arrepentirse de sus pecados y pedirle a Dios por cosas buenas era suficiente para que cualquier persona llegara al paraíso.

Interesante… Interesante – Dijo el maestro rascándose la barbilla y luego miró al muchacho sentado frente a Gabriel – Tú joven, ponte de pie y dime ¿Crees que Dios es quien hace posible el día a día? Digamos, que la tierra gire, que la economía se contraiga o algo tan básico como que del grifo de tu casa salga agua.

El muchacho ya de pie pensó unos segundos y luego dijo – Si, yo pienso que es Dios quien permite que todo eso y mucho más ocurra, ya que es el quien creo el agua que fluye por mi cañería para empezar – Y luego se sentó.

Ahora tú jovencita – Dijo apuntando a una alumna sentada al final del salón - ¿Estás de acuerdo con lo que declaró tu compañero? – La muchacha asintió – De acuerdo, en ese caso dime ¿Qué papel juega la humanidad en el universo?

La humanidad fue creada en semejanza a Dios y debemos demostrar en la tierra que merecemos volver al edén en el otro mundo – Respondió la muchacha.

El profesor le hizo un gesto para que se sentara, luego miró al salón completo. Respiró profundamente y luego habló – Bien jóvenes, les dejaré unas cuantas interrogantes para que reflexionen y daré por terminada la clase – Sentándose en el borde de su mesa con los brazos cruzados y continuó - ¿Realmente DESEAR lo bueno nos hace merecedores de ascender al reino de los cielos? Si sólo la humanidad fue creada a imagen de Dios y debe volver al edén con su padre ¿Qué hay de los animales? ¿La humanidad acabará cuando todas las almas lleguen a Dios o son “Infinitas”? Y en el caso de que lo sean ¿Tienen valor alguno?

Gabriel estaba perplejo al igual que sus compañeros de salón, pero antes de poder decir algo el profesor desapareció tras el umbral de la puerta.

Sus compañeros se retiraron poco a poco pero Gabriel no se movía un centímetro, tal era la impresión dejada en el. Tras unos minutos la puerta se cerró dejando a Gabriel sólo entre todas las sillas vacías.

Pero a Gabriel algo le acompañaba, algo en lo profundo de su alma…

La semilla de la duda.



Paraíso [Parte II]





La duda lo mantuvo confundido un par de horas más hasta la hora de almuerzo. Siempre comía con Sara, así que intentó relajarse para pasar un rato agradable junto a ella.

Llegó al árbol donde solían comer y allí estaba ella, esperándolo con una sonrisa. Gabriel se sentía en extremo feliz de verla, la echaba mucho de menos y sentía que no la veía una eternidad atrás.

Que alegría verte amor, te extrañé muchísimo – Dijo Sara sonriendo – No se por qué pero siento que no nos hemos visto hace mucho tiempo, ¿No es raro?

La verdad yo siento lo mismo – Dijo Gabriel aún algo incómodo – Pero bueno, ahora ya estamos juntos.

Tienes razón – Dijo Sara irradiando felicidad – ¿Y qué me cuentas? ¿Hiciste algo el fin de semana?

A Gabriel le recorrió un ligero escalofrío al recordar su sueño, luego dijo:

Nada amor, nada realmente – Dijo Gabriel sin poder ocultar su nerviosismo – Lo de siempre ¿Y tú?

¿Te pasa algo amor? Te noto intranquilo.

No bebé, no me pasa nada – Dijo Gabriel tratando de ocultar lo más posible su turbación –
Mmm… Bueno, te voy a creer esta vez – Dijo Sara resignada –

<> Pensó Gabriel

Sara, la verdad yo – Gabriel estaba a punto de contarle a Sara su sueño y sobre la extraña sensación de irrealidad que lo embargaba cuando una voz le interrumpió –

Será mejor que dejes esa frase como está Gabriel – Era el tipo del reflejo que se acercaba desde la vereda – Hay un par de cosas de las que tenemos que hablar.

Gabriel y Sara lo miraban detenidamente, Gabriel con mucho recelo mientras que Sara lo hacía con mucha familiaridad.

Buenas tardes Sara, buenas tardes Gabriel – Dijo ya junto a ambos

Hola profesor – Dijo Gabriel con desconfianza –

¡¡¡Hola profe!!! – Dijo Sara animadamente

Se produjo una ligera pausa y luego Gabriel dijo:

¿Me dice que tenemos algo de que hablar? – Con una ceja arqueada y los brazos entrecruzados, dejó al profesor responder -

La verdad Gabriel, preferiría que charláramos a solas – Mientras decía esto, miraba de reojo a Sara –

Bueno, entonces yo voy a prepararme para la siguiente clase, nos vemos… -Cuando Sara se disponía a partir Gabriel la cubrió con un brazo –

“Ella se queda” Eso quería decir el gesto de Gabriel, quien sin pronunciar palabra, dio a entender sus intenciones al docente, quien dijo:

De acuerdo, pero no digas que no quise evitarlo.

Dicho esto, el profesor extendió los brazos al cielo y luego los bajó enérgicamente, flectó las rodillas y dio un poderoso aplauso que resonó en la mente de Gabriel.

El sonido no desaparecía de su mente. Se repetía cada vez con más intensidad.

Gabriel se presionaba los oídos con fuerza pero no había caso, el sonido no amainaba. Miró a Sara para saber si estaba bien, pero algo más llamó su atención, algo que le quitó el aliento.

Todo se desvanecía, completamente todo. El campus se despedazaba y cada gran trozo se desintegraba rápidamente ante la incrédula mirada de la gente que estaba paralizada del asombro.

Rápidamente el asombro dio paso al pánico. La gente corría en todas direcciones, los perros que vivían en el campus aullaban incontrolablemente. Un total caos se había desatado.

Luego, el campus, los árboles, animales, gente e incluso el mismo suelo estaban siendo desintegrados. La gente gritaba pidiendo ayuda para luego ser silenciados por su desvanecimiento. Gabriel gritaba con todas sus fuerzas al profesor preguntándole que hacía y pidiéndole que se detuviera, pero el profesor no escuchaba, no.

Estaba rodeado por un aura dorada y de sus ojos emanaba una intensa luz blanca. Definitivamente no escuchaba, puede que ni siquiera viera.

Gabriel comenzó a mirarse por todos lados, podría estar desapareciendo sin saberlo pero ese no era el caso. Luego miró a Sara detenidamente.

Estaba con la cara apuntando al cielo con los ojos cerrados, y sus manos estaban extendidas hacia abajo con sus palmas apuntando al suelo. Gabriel no comprendía que le pasaba, no parecía asustada, tampoco desaparecía. A Gabriel le pareció que estaba flotando levemente.

De pronto, Gabriel sintió que el sonido en su cabeza disminuía. Pero cuando miró a Sara para hablarle sintió que su mente estallaba.

Cayó de rodillas, inconciente.

Cuando Gabriel recuperó el conocimiento le tomó mucho tiempo abrir los ojos, no porque le pesaran o algo así, fue por miedo, miedo al lugar en el que se encontraba.

Verán, cuando Gabriel volvió en sí sintió que su cuerpo flotaba pero no en agua o algo parecido. Sentía que no había fuerza que atara su cuerpo. ¿Estaba muerto? ¿Cielo o infierno? Eso le atemorizaba.

Pensaba en esto cuando una voz le dijo <>

Era Sara… Bueno, si ella estaba ahí diciéndole que estaría bien no tenía mucho que perder.

Gabriel abrió los ojos y se vio flotando en un vacío blanco con Sara a su lado.

¿Dónde estamos? ¿Qué ha pasado?

Estamos Aquí… Gabriel – Dijo Sara tocándole la frente con el dedo - Y aquí – Ahora tocándole el pecho con la palma a la altura del corazón –

No entiendo lo que dices Sara.

Lo que ella quiere decir – Una voz sonaba muy fuerte de todas direcciones, pero no incomodaba a Gabriel – Es que estamos en la conexión.

Una esfera dorada se venía acercando rápidamente. Cuando ya se encontró frente a Gabriel se disolvió en pequeñas burbujas multicolor y dentro estaba un hombre eunuco con alas.

Hola de nuevo Gabriel.

Gabriel lo miró con muchísima atención.

Ya veo, ahora lo entiendo todo, o al menos eso creo – Se rió nerviosamente – Hola profesor, tengo varias preguntas que hacerle.

Adelante, responderé lo que pueda.

Primero dime… ¿Quién eres? Llamarte profesor cuando eres, bueno, un ángel o una alucinación me parece inadecuado.

Soy Rahab, un arcángel… O al menos lo era – Al decir esto un gesto de dolor cruzó su rostro –

¿A qué te refieres con eso?

Pasaré esa pregunta de momento – Su expresión se endureció –

De acuerdo, entonces dime ¿Dónde estamos exactamente?

Como dijo Sara y luego te expliqué yo, estamos en la conexión de tu mente con tu corazón.

¿La conexión de mi mente con mi corazón? ¿Y eso qué es?

Tu alma Gabriel… Estamos en tu alma.

Si hubiera un suelo al cual caer Gabriel estaría de espaldas en el. Se recompuso y dijo:

Bien… Muy bien… De acuerdo… Bueno, si esta en mi alma ¿Por qué es un vacío?

Eso Gabriel, se debe a que estás muerto.

No… No no no no… Yo SOÑE que moría…

No Gabriel, no lo soñaste, esa FUE tu muerte.

Gabriel sentía que moría, de nuevo aparentemente.

Calma Gabriel – Dijo Sara – Contrólate, trata de digerir lo que te dice, por algo te lo está diciendo ¿No? Ten valor.

Si, tienes razón – Gabriel se calmó – Espera… ¿Sara? Ey, Rahab, esta es mi alma ¿No?

Así es.

Entonces ¿Qué hace Sara aquí?

Gabriel apuntó a Sara al decir esto y ella le sonrió. Era una sonrisa llena de melancolía, Gabriel sentía que sabía la respuesta.

Gabriel, Sara no está aquí.

Entonces, ¿La Sara que veo frente a mi es mi imaginación? ¿Otro ángel?

No. La Sara que ves junto a ti es tu corazón.

¿Mi corazón? No lo entiendo.

Como te dijo Sara, estamos en la conexión de tu mente con tu corazón, esa conexión es tu alma, esto es tu alma. Tú junto a todos tus recuerdos que te hacen Gabriel son tu mente mientras que la razón por la que luchas y no te rindes es tu corazón.

Ya veo… Entonces, tu no eres realmente Sara.

En cierta manera lo soy – Aún sonreía – Soy todo lo que amas de ella.

Bien, comprendo. Pero rahab ¿Por qué mi corazón y mi mente se dividieron en mi alma?

Para que entiendas eso, primero debo explicarte un par de cosas.

Rahab chasqueó sus dedos y luego aparecieron en una especie de parque.

Esto, es una representación del edén.

¿Representación?

Así es. El edén no es un lugar, es un plano que escapa a la física que gobierna el universo habitado por ustedes.

1 comentario:

  1. *O* xD amo tu historia xD, pero sube más partes..., porfavor..., n.n, que estes bien ^^ (sube la historia ggrr) xD sayo!

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